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Museo Carlista de Madrid

Las placas de Isusquiza en el Museo Carlista de Madrid

Actualizado: 5 sept 2019


Entre el 22 de septiembre y finales de diciembre de 1936 tuvo lugar en la confluencia de las tres provincias vascas, una de las batallas más duras y decisivas del frente norte.

El 8 de octubre de 1936 el monte Isusquiza, una de las cotas clave para el control del territorio situado entre Vitoria y la comarca guipuzcoana del Alto Deva, y que había estado alternativamente bajo control de uno y otro bando, fue tomado por requetés de las compañías alavesas y soldados del regimiento San Marcial en una gesta heroica, en la que murieron 37 requetés de la 9ª compañía y 44 soldados.


Los requetés y soldados tuvieron que ascender por un monte pelado y a pecho descubierto, haciendo frente a las ametralladoras de los milicianos que impunemente les disparaban desde la cima, que consiguieron alcanzar desalojando al enemigo a punta de bayoneta y provocando su huida en desbandada. La 9ª compañía alavesa de requetés quedó destrozada en la acción, teniendo que ser reconstruida posteriormente con huidos de Vizcaya que se habían pasado a zona nacional.

Entre los requetés fallecidos se encontró Fernando Oriol y Urquijo, hijo del exdiputado tradicionalista por Álava José Luís Oriol, que había resultado herido en el ataque y falleció el día 14. Su entierro el día 16 constituyó una impresionante manifestación popular de dolor.


En recuerdo de los heroicos requetés y soldados muertos en aquella gesta, se construyó en el monte Isusquiza (término municipal de Landa) un Vía Crucis, cuyas cruces fueron sufragadas por distintos ayuntamientos de la zona: Mondragón, Oñate, Vitoria, Bilbao….

El monumento de la cima, consistente en una base sobre la que se alzaba una gran cruz tapizada con placas de hierro fundido con los nombres de los caídos, fue inaugurado el 22 de septiembre de 1940, ante 8.000 personas que llegaron de Navarra, Vizcaya, Guipuzcoa y Burgos, muchos de ellos familiares de los muertos en el combate. El acto consistió en un Vía Crucis, dirigido por capellanes del Tercio de Ntra. Sra. de Estíbaliz y de las Compañías 11ª y 5ª de requetés de Álava. En la cima se depositaron coronas de flores ante el monumento, se llevó a cabo el acto de consagración y se celebró la Santa Misa, seguida de una comida campestre. A las 3 de la tarde se rezó una Salve y el Santo Rosario.


Desde entonces, todos los 15 de septiembre los carlistas de la zona han venido realizando un Vía Crucis en el monte, organizado por el Círculo San Prudencio de Álava, que se ha mantenido hasta nuestros días, y que probablemente constituye la cita anual más importante del carlismo vasco-navarro después de Montejurra. Allí se reunían en los años setenta y ochenta millares de carlistas, para oir las fogosas homilías de Fr. Sebastian Urbieta y la lectura del Manifiesto anual, muchos de ellos redactados por el notario pamplonés a Javier Nagore.


En mayo de 1986 la ETA voló con una bomba el monumento de la cima y dañó las cruces del camino ascendente. Las placas de hierro que cubrían la columna de la cruz del monumento con los nombres de los heroicos soldados y requetés quedaron tiradas por la ladera del monte, siendo piadosamente recogidas y guardadas después por los requetés alaveses, quienes las entregaron al Museo Carlista de Madrid para su salvaguarda.

El pasado 24 de abril las placas han sido colocadas en el patio de entrada a la planta de arriba del Museo. Con ello aquella gesta volverá a ser recordada y los heroicos requetés y soldados muertos en tan desigual combate recibirán el homenaje que su hazaña merece. Como rezaba la única placa perdida por el atentado, “con la muerte vencieron como si no hubieran muerto, porque dejaron en pos otros semejantes a ellos”, y en otra de las placas, “Dios, ante quien no hay héroe anónimo, los resucitará en la resurrección de la vida, porque dieron la vida por El”.



RELATO DEL CABO DE REQUETES CIPRIANO PÉREZ TRINCADO, COMBATIENTE Y CORONEL DE INFANTERIA RETIRADO

(…) los republicanos, rojos y gudaris ocuparon la zona de la Sierra de Arlaban, en los límites de Álava y Guipúzcoa, los montes de Isusquiza y San Bernabé y las alturas de la sierra de Elguea, entre los cuales, y encajonado en ellos, discurre la carretera de Vitoria que lleva al alto Deva.

Frente a ellos se posicionaron nuestras fuerzas, con destacamentos en la Estación de Landa, en la zona de Elguea (la caseta del guarda forestal), Marieta y Ozaeta, posiciones de peor defensa, pero que permitirían una mayor movilidad.

Obedeciendo órdenes del mando, el Regimiento de Infantería Flandes nº30, integrado en la columna del entonces Teniente Coronel D. Camilo Alonso Vega, avanzó por la carretera de Vitoria a Mondragón el día 21 de septiembre. Al amanecer del día 22, la primera compañía, al mando del Capitán Pinedo, se aproximó a las trincheras del monte Isusquiza, rompió las alambradas y sorprendió al enemigo, que huyó desordenadamente. Ante el abandono de esta posición clave, siguieron la misma suerte el resto de las posiciones rojo-separatistas.

(…) Al amanecer del día 8 de octubre las fuerzas del Regimiento de San Marcial y una Compañía de requetés, iniciaron el avance a partir de la estación de Landa. Al mismo tiempo y desde las estribaciones del monte y, en contacto con las fuerzas que salieron de la estación de Landa, se inició el ascenso hacia la cumbre de Isusquiza.

Nuestra artillería, situada en el monte de San Bernabé, apoyó el avance con gran efectividad, pero errores tácticos fueron causa de la imposibilidad de alcanzar el objetivo deseado. ¿Cuáles fueron los errores?

En lugar de imitar la acción realizada por el regimiento de Flandes el día 22, salimos de la base de partida de Arlaban-Migueletes ya muy avanzada la aurora. Atacamos de frente a un enemigo atrincherado en la cima; lo hicimos de una vez, en oleada. Además, en la marcha hacia nuestro objetivo, lo hicimos entonando la vieja canción carlista "Cálzame las alpargatas." con lo cual pusimos en prevención al enemigo, que nos recibió con un intenso fuego de fusilería y ametralladoras, no siendo esto obstáculo para alcanzar la cima, donde se combatió a la bayoneta, incluso a culatazos. Pero tuvimos que volver a la base de partida.

En la retirada hacia la estación de Landa pudimos comprobar cuántos y tan queridos compañeros habían regado con su sangre aquel monte que, transcurrido el tiempo, sería recordado, aún hoy, por Carlistas y nuevos jóvenes Requetés que admiran nuestra proeza. En esta acción se dice que fueron los Requetés muertos. Yo, presente en aquellos momentos, creo en una cifra algo más elevada, quizás 37.

Entre los muertos podemos citar a Fernando Oriol, que se incorporó al Requeté alavés regresando y acortando su viaje de novios. Igualmente, el Oficial Gutiérrez, que había logrado evadirse de Bilbao y había sido ascendido el día anterior, sargento de Requetés, un humilde hermano de las Escuelas de Nanclares. El capitán Calderón, del Regimiento de San Marcial, y soldados que había combatido en Somosierra.

Como dato curioso anotamos que Fernando de Oriol pasó su última noche en la caseta del guarda de agujas del ferrocarril de Vitoria- Malzaga, próximo al pueblo de Arlaban.

Estos son mis recuerdos de aquellas luchas por el monte sagrado, en que murieron tantos requetés y soldados, a los 65 años de ocurrir los hechos. Es consolador que hoy, ahora, todavía se siga recordando la gesta, rezando por los héroes y mártires que murieron cara el enemigo, Por Dios y por España”.

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