Las biografías publicadas hasta la fecha con la vida del mártir Antonio Molle o bien carecen de fotografías o las mismas son escasas y de poca calidad. En la última de ellas y la más prodiga en fotografías, publicada hace ahora diez años por Fray Santiago Cantera OSB, se recogen algunas de las pocas imágenes existentes del joven requeté, y en una de ellas, se menciona expresamente que se trata de "el único retrato que se conserva del joven Antonio Molle Lazo, vestido de paisano. Esta fotografía ha sido utilizada para varias estampas que promocionan su beatificación".
Este "único retrato" de Molle, que aparece en el conmovedor cortometraje Un grito al cielo, de la productora Agnus Dei -disponible en YouTube-, fue utilizada para la realización de un retrato del joven, de autor desconocido y propiedad de Victoriano Ruíz y Sánchez del Cueto, en el que aparece con el uniforme de requeté, y que ha sido profusamente utilizado en estampas y octavillas con la Oración por su beatificación.
En esta misma línea de recreación artística a partir de los rasgos mostrados en esa única fotografía, se inscribe el dibujo del mártir, igualmente con uniforme de requeté y también de autor desconocido, que forma la imagen más habitual en esas estampas y la más reconocible para todos los devotos del heroico requeté.
Un dibujo similar fue el realizado por J. Ortega en 1940, que apareció en unas estampas de gran formato, de las que se hizo una amplia tirada.
Una curiosa variante se publicó en un folleto impreso en Jerez Gráfico en 1943, con el imprimátur del arzobispado de Sevilla, en el que no se señala el autor del dibujo.
En este mismo folleto, aparecen valiosas fotografía del entierro de Antonio Molle en el cementerio de Jerez y de su posterior traslado a su sepultura definitiva en el Iglesia del Carmen de la misma localidad gaditana.
Ya en tiempos recientes, se han llevado a cabo algunos dibujos evocando la imagen del heroico requeté. El de mayor calidad entre ellos fue un encargo de Javier Mª Pérez-Roldán al artista militar José María Crespo Gómez, en el que el mártir aparece yaciendo sin vida en el suelo con los brazos extendidos en cruz y en presencia de Jesucristo y la Virgen María.
Junto a él, destaca igualmente otra escena del martirio, plasmada en una acuarela sobre papel que representa con verismo sobrecogedor cómo debió ser el martirio del joven jerezano. Como el retrato del que hablaremos después, su autor fue el pintor bilbaíno Domingo Hernandorena.
Otro dibujo es el que representa a un miliciano propinando un tremendo puñetazo a Antonio Molle, que le hace perder el equilibrio. Se trata de un pequeño dibujo que hizo un colaborador de la revista carlista Ahora Información para la misma, y que se publicó siendo su director Javier Barraycoa.
El último de los dibujos es más reciente y es debido a un dibujante joven dedicado exclusivamente a la realización de bocetos.
La falta de otras fotografías de Antonio Molle -del que probablemente a todos nos hubiera gustado conocer una imagen contemporánea de su martirio y vestido de requeté- se suplió echando mano de las otras dos fotografías de él conocidas: una en la que aparece vestido de marinerito en su tierna infancia, y la otra del día de su Primera Comunión. No las ideales, desde luego, para ilustrar unas estampas en las que se difundía su martirio en el frente y cuando el joven contaba 21 años pero, al fin y al cabo, las únicas disponibles para evitar que repetir una y otra vez una única imagen.
Junto a estas imágenes, conocemos también la imagen de los restos mortuorios del mártir, velados por requetés en su traslado a Jerez. Esta imagen, indudablemente más relacionada con su martirio, no ha sido, sin embargo, prácticamente nunca utilizada en las estampas, sustituyéndose por fotografías de su sepulcro en la Iglesia del Carmen o por otras imágenes religiosas -Cristo Rey o la Virgen- cuando se quería hacer alusión a la veneración de sus restos.
Estas imágenes, y alguna pequeña variante de las mismas posibilitada por las técnicas digitales actuales, han constituido hasta ahora la totalidad de la iconografía de Antonio Molle. Desde luego mucho menos de lo que la devoción y hasta la simple curiosidad hubieran deseado de un mártir y presunto futuro santo -si alguna vez su proceso de beatificación llegara a concluir con éxito- cuya vida transcurrió ya entrado el siglo XX, cuando la fotografía se hallaba ya bastante extendida.
En los últimos años, después de la publicación de la última biografía de Antonio Molle - editada como hemos señalado en 2009-, se han dado a conocer inesperadamente y por parte de la productora Agnus Dei, otras tres imágenes de Antonio Molle, dos en los años en los que era ya un joven militante de la Comunión Tradicionalista, es decir, en los días de la República, y la tercera con su clase en sus años de estudios de Educación Primaria. Las mismas, de calidad bastante aceptable y todavía muy poco divulgadas, tienen un notable interés, pues prácticamente duplican el fondo fotográfico existente hasta ahora.
Hace más de tres décadas, tuve la ocasión de visitar a Manuel Molle Lazo, hermano del mártir y también requeté en la Cruzada, en su casa de Jerez. Allí pude contemplar, y fotografiar con su autorización, las reliquias -usando por ahora este término en un sentido convencional hasta que no se complete, deseablemente con éxito, el proceso de beatificación- de su hermano, conservadas piadosamente en una vitrina de cristal y entre las que se encuentra la boina roja que usaba. Igualmente el retrato al óleo que presidía la sala de estar y del que , a diferencia del mencionado más arriba, no se han hecho hasta ahora reproducciones.
También por entonces tuve oportunidad de ver, y fotografiar con la poca calidad de las primeras cámaras digitales, el plato y cubiertos de rancho del requeté mártir que se mostraban en el Museo del Ejército, situado entonces en Madrid, y que con su traslado a Toledo habrán quedado arrumbados en sus almacenes.
En 2022, se ha incorporado a los fondos del Museo Carlista de Madrid un retrato de Antonio Molle completamente desconocido hasta ahora, debido al pincel del torero y después pintor carlista Domingo Hernandorena Lavandibar, realizado en torno a 1940, poco tiempo antes del fallecimiento de su autor por un fallo renal en 1944.
En la composición del retrato y como fondo del mismo, junto a la silueta del convento que Antonio Molle defendía, se aprecia la imagen de Cristo Rey en la esquina superior derecha del cuadro, evocando con ello las últimas palabras que salieron de la boca del mártir.
El cuadro ha sido donado al Museo por la hija del pintor, Doña Felicia Hernandorena, residente en Madrid.
También en fecha reciente hemos conocido el retrato de Antonio Molle al óleo sobre cartulina realizado por la pintora amateur Mónica Caruncho, que tantos otros dibujos de pequeño formato e igual técnica ha realizado ensalzando personajes y escenas de la historia del Tradicionalismo. En esta ocasión el retrato se inspira en los dibujos ya conocidos del requeté gaditano.
Queremos, finalmente, dar cuenta en este repaso iconográfico del último retrato realizado de Antonio Molle, encargado por el Museo Carlista de Madrid a Carmen Gorbe Sánchez, de la que ya existen magníficas obras en las salas del Museo y a la que todos querríamos animar a coger lápices y pinceles con mayor frecuencia. El retrato, realizado al carboncillo y manifestando una vez más esa extraordinaria facilidad para el dibujo que caracteriza a la artista aragonesa, se inspira en la fotografía que hemos comentado más arriba, presentando al joven gaditano con uniforme de requeté, boina roja al hombro, y sobre su pecho el detente del Sagrado Corazón y la cruz de San Andrés con los que tantos voluntarios carlistas dieron su vida en nuestra última Cruzada.
La memoria del requeté mártir sigue viva en los corazones de todos los carlistas. A esa tarea se consagra también el Museo Carlista de Madrid, que le dedica una de las vitrinas del Museo. Modesta si se quiere, pero considerada por el autor como uno de sus rincones preferidos del Museo, y al que, a partir de ahora, se incorporará el último de los retratos del venerable siervo de Dios Antonio Molle Lazo, llamado con toda propiedad por sus primeros biógrafos el "mártir de Cristo Rey" y el "mártir de la boina roja".
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