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  • Museo Carlista de Madrid

La pintura hiperrealista de Carmen Gorbe: la serena belleza

Actualizado: 7 mar



Carmen Gorbe pintando en su estudio madrileño


El Museo Carlista de Madrid ha incorporado en los dos últimos años un conjunto de valiosos cuadros relacionados con el Carlismo, resultado de los encargos realizados a la pintora Carmen Gorbe Sánchez, sin duda una de las artistas más interesantes del panorama actual.


Carmen Gorbe nació en Teruel, de donde era natural su familia paterna. Sin embargo, sus orígenes artísticos hay que encontrarlos en su madre, Isabel Sánchez León, natural de Vallanca, pueblecito del Rincón de Ademuz, incrustación valenciana en el Reino de Aragón. Isabel Sánchez, que firmó siempre sus obras con el pseudónimo de “Vallanca”, en honor de su pueblo natal, es todavía, a pesar de su avanzada edad, una notable pintora, formada en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos, de Valencia, y más tarde con los pintores hiperrealistas chilenos Guillermo Muñoz Vera y Christian Aviles.


De su madre heredó Carmen -como también sus otras hijas-, la facilidad para el dibujo, de la que dio muestras desde sus primeros años escolares, cuando estudiaba en las escuelas de Ayerbe y Sigüenza, donde la familia residió sucesivamente acompañando los destinos profesionales del padre, que ascendía entonces los peldaños de una exitosa carrera como ejecutivo de banca.


Instalada la familia definitivamente en Madrid a partir de 1975, Carmen estudiaría Derecho en el Colegio Universitario San Pablo-CEU, para ejercer más tarde como abogada y procuradora de los tribunales, actividad a la que ha dedicado su vida profesional y que la hizo mantenerse durante muchos años completamente alejada de aquella afición juvenil por el dibujo.

Fue a partir de 2015 cuando Carmen Gorbe, una vez liberada de sus ocupaciones maternales y profesionales más acuciantes, recobró la oportunidad de volver a dibujar, primero en casa haciendo dibujos al carboncillo como un mero pasatiempo y después, estimulada por el ejemplo de sus hermanas, asistiendo a clases de pintura con Christian Avilés, como también en su día lo había hecho su madre.



"Salinero de Poza de la Sal (Burgos), dibujo al carboncillo en el que Carmen Gorbe acredita su extraordinaria facilidad para el dibujo



"Estudio anatómico del puño", dibujo al carboncillo, técnica en la que Carmen Gorbe se desenvolvió con soltura antes de adentrase en la pintura al óleo


Con el pintor chileno, Carmen aprendió el manejo del color, perfeccionó su técnica y adquirió soltura en unos iniciales cuadros de marinas, bodegones o animales, y participó en sus primeras exposiciones colectivas en celebradas en la capital (Colectiva de los alumnos del pintor, CC Arturo Soria Plaza y Ateneo de Madrid).


"Barca fondeada", una de las marinas pintadas por Carmen Gorbe en el taller de Christian Aviles


"Barca vista de proa" (2017)


"Mar abierta" (2017), óleo sobre lienzo de pequeño formato



"Playa de Costa Rica", pintada por Carmen Gorbe tras un viaje al país centroamericano


"El guardián de la noche", obra expuesta por Carmen Gorbe en la exposición colectiva de ayuda a África


"La mirada de la pantera"


"Gato", uno de los cuadros faunísticos de menor tamaño


"Rincón de La Aguilera" (2019)



"Salvad al planeta", pequeño óleo con mensaje ecologista incluido


Pero si las clases de pintura en el estudio de Christian Aviles supusieron entrar en contacto con la pintura al óleo, fue el contacto con el círculo del pintor malagueño Antonio Cantero el que encendería la pasión de la artista por su redescubierta vocación, y ello no tanto por el conocimiento de su obra -el último vestigio de un impresionismo que en el siglo XIX hubiera consagrado su nombre en la historia del arte español-, sino, sobre todo, por la influencia de su arrolladora personalidad, rezumante de un entusiasmo contagioso y un “amor al arte” incapaz de dejar a nadie indiferente.

Fueron aquellos cursos de verano en la casa solariega de “Las Chicharras” en las afueras de Casabermeja (Málaga), en la alegre convivencia con el grupo de alumnos y amigos de Antonio Cantero, donde Carmen estableció una nueva forma de relacionarse con la pintura y, podemos decir, descubrió la artista que llevaba dentro.


Rincón de "Las Chicharras", pintado por Carmen Gorbe durante un curso impartido por Antonio Cantero


"Montes de Casabermeja", obra de Carmen Gorbe que revela la influencia de Antonio Cantero que luego sería abandonada


Si el contacto con el maestro Cantero abrió un nuevo horizonte a Carmen Gorbe, pronto comprendió, sin embargo, que el estilo impresionista y el suelto uso de la espátula característicos del extraordinario pintor malagueño, no coincidía con el tipo de pintura que Carmen sentía dentro y quería realizar.


Completado el ciclo de aprendizaje, y convencida de su adscripción a los cánones del hiperrealismo y la pintura figurativa, Carmen Gorbe decidió proseguir el perfeccionamiento de su técnica con Mario Caamaño, otro pintor chileno de la escuela creada por Guillermo Muñoz Vera, y representante, como su maestro, del mejor hiperrealismo actual.


Con Caamaño, Carmen Gorbe consiguió encontrar su sello propio y las señas de identidad de una pintura de fuerte personalidad, que cobraría ya independencia de la de sus maestros y rendiría a partir de ese momento sus mejores producciones.


"Olas rompiendo en la Malagueta", reflejo de la atracción de Carmen Gorbe por el mar de su amada Málaga


Desde las vacilantes marinas iniciales -que nunca ha abandonado del todo como prueba su reciente y ya mucho más madura obra “Olas rompiendo en la Malagueta”-, la pintura de Carmen Gorbe se ha centrado en los bodegones, de los que ha dejado espléndidos ejemplos como “Bodegón con fósiles”, “Las zapatillas” o “Ánforas chilenas”; las composiciones con animales, como el cuadro pintado de su perro Trap o "Manada de elefantes"; y, muy especialmente, su aún reciente descubrimiento del retrato, provocado por los encargos recibidos del Museo Carlista de Madrid.



"Bodegón con fósiles" (2020), el hiperrealismo de Carmen Gorbe en todo su esplendor. o/l 80x55 cm



"Las zapatillas" (2019), de Carmen Gorbe, exponente de un hiperrealismo que encuentra inspiración poética en temas aparentemente banales. o/l 80x50 cm



"Ánforas chilenas" 2019), en las que Carmen Gorbe muestra su pasión por el barro, la cerámica y los materiales naturales, tan presentes en su pintura.



"Los vasos canopos" (2019), bodegón pintado por Carmen Gorbe tras su viaje a Egipto. o/l 90x60 cm



"Bodegón con piñas" (2019), pintado por Carmen Gorbe en El Escorial


"Bodegón con mazo de juez y libros de Derecho" (2020), un homenaje de la pintora a su profesión jurídica. o/l 100x60 cm


"Mis pinceles y paleta" (2021), último bodegón realizado por Carmen Gorbe. o/l 60x73 cm


   Ammonites sobre fondo negro, O/ lienzo, 70x50, 2022




"Nuestro perro Trap", otro de los cuadros de animales de la pintora


"Manada de elefantes", cuadro que Carmen Gorbe dedicó su hija Carlota, coleccionista de pequeñas figuras de elefantes. o/l 65x53 cm



"Estudio de mano" (2021), un tipo de pequeños cuadros que la pintora realiza como una forma de relajarse entre obras de mayor dimensión. o/l 27x35 cm


Pero es quizás en la representación de la figura humana, el último tema en incorporarse a su repertorio, donde Carmen Gorbe ha llevado a cabo lo que son hasta ahora sus cuadros más ambiciosos, en particular “La cantinera y el carlista”, expuesto en la colección permanente del Museo Carlista de Madrid, y “La muerte del cadete corneta carlista”, igualmente propiedad del Museo y que será cedido para la exposición temporal del Museo del Carlismo del Gobierno de Navarra, cuya inauguración está prevista en otoño de 2021. "La muerte del cadete corneta carlista", titulada también "¡Sólo era un niño!", ha sido calificada por María Fidalgo Casares, prestigiosa doctora en Historia y crítica de Arte, como un cuadro "espectacular" porque "tiene una potente tridimensionalidad, que en pintura es muy difícil de lograr, destacando sobre todo "la captación de la atmósfera y la dificultad de engarzar los cuerpos de una forma tan orgánica".


" La cantinera y el carlista" (2020), obra de Carmen Gorbe realizada por encargo del Museo Carlista de Madrid. o/l 100x100 cm



"Muerte del cadete corneta carlista" (2021), obra de Carmen Gorbe solicitada para la próxima exposición temporal del Museo del Carlismo del Gobierno de Navarra. o/l 120x80 cm


Junto a ellos, destacan también otras obras de menor tamaño, como son los retratos de miembros de la dinastía carlista, en particular su “Margarita de Borbón-Parma”, “El conde de Montemolín”, “El Infante D. Alfonso Carlos de Borbón” -del que ya había realizado un carboncillo anterior- o el retrato de “Carlos VII en su madurez”.



Carlos VII de Borbón, por Carmen Gorbe Sánchez


Margarita de Borbón- Parma, óleo de Carmen Gorbe Sánchez

Retratos de Carlos de Borbón y Austria-Este (2021) y su esposa Margarita de Parma (2020), realizados por Carmen Gorbe para el Museo Carlista de Madrid



Carlos VI, Conde de Montemolín,óleo de Carmen Gorbe Sánchez

"Carlos Luís de Borbón y Braganza, conde de Montemolín"



Carlos VII de Borbón y Austria-Este, por Carmen Gorbe Sánchez

"Carlos VII de Borbón y Austria-Este", O/l, 80x100 cm, 2023



"Subida a Montejurra", O/l 60x88 cm, 2024


A esta serie de obras relacionadas con el Carlismo, realizadas por encargo, hay que añadir la inquietud de Carmen por la pintura religiosa, presente siempre en su ánimo, y de la que son acabados ejemplos su cuadro del Cristo procesional de la cofradía malagueña de escolapios, o el espectacular “Jesús despojado”, basado en una talla del imaginero sevillano Juan Diego.


"Cristo de las penas" (2018), imagen de la cofradía de salesianos de Málaga, procesionando por delante del estandarte de la Virgen, primer cuadro de carácter religioso pintado por Carmen Gorbe. o/l 60x80 cm



"Jesús despojado" (2020), pintura religiosa de Carmen Gorbe basada en la talla del imaginero sevillano Juan Bautista. o/l 33x45 cm


Es en todas estas obras en las que Carmen Gorbe ha ido plasmando su extraordinario talento y sensibilidad, que la convierten en una de las grandes representantes del hiperrealismo español actual.


Un talento y una sensibilidad que aún encuentra caminos por explorar, a medida que se adentra en nuevos territorios y modos de expresión, siempre fiel a un estilo irrenunciable pero abierto a la evolución de una forma de mirar, de una manera de sentir y de un mundo interior rico en vericuetos y rincones privados.


En el retrato, con el que la artista aceptó un nuevo reto, Carmen Gorbe ha encontrado una nueva forma de expresar esa suavidad y delicadeza cromática que, como un toque mágico, es característica fundamental de su pintura. La pincelada corta, imperceptible, y las veladuras superpuestas, dotan a sus retratos de una ingravidez etérea, como de imágenes almacenadas en la memoria, en las que el realismo se desprende de su terrenalidad para elevarse a las esferas de un platonismo superador de las contradicciones de lo material.



"Antonio Urcelay, comandante del portahelicópteros Dédalo" (2021). o/l 60x50 cm




"Carlota" (2021). O/l 50x60 cm


"Olivia" (2021), O/l 70x90 cm, 2022


Marcelino Oreja Elósegui, O/l 70x50, 2022



"Guille y Patxi", O/l 50x65 cm, 2023

Pero si los retratos al óleo demuestran la maestría adquirida, no se quedan atrás aquellos otros realizados con carboncillo, quizás la técnica en la que la calidad del dibujo -uno de los rasgos característicos de nuestra artista- cobra una mayor importancia.


"El viejo salinero", carboncillo sobre papel, 39x29 cm, 2023


"Antonio Molle Lazo", carboncillo sobre cartulina, 50x60 cm, 2024


El sello propio de la pintura de Carmen Gorbe, que atraviesa como un común denominador toda su obra, se caracteriza y distingue por la precisión de su dibujo, la suavidad en la pincelada, la elegancia en los colores, la captación de la luz y la proporción en la composición, todo lo cual redunda en cuadros de singular armonía y equilibro, que se transmiten al espectador como un remanso de serenidad y belleza plástica, configurando lo que podríamos llamar un hiperrealismo poético. Un estilo propio en clave femenina, tan digno de valoración en un mundo de artistas predominantemente masculinos.


Son todas estas características, reveladoras de una madurez artística y la elección de un camino personal, tan alejado de las modas y las imposiciones del “arte moderno”, los que hacen de Carmen Gorbe una artista contracorriente, que es como decir una personalidad de vuelo propio y no sometido a dictados o manipulaciones de críticos o galeristas.

Son ya varias las obras que dejan constancia del puesto que Carmen Gorbe va alcanzando entre los nombres a recordar -pintores de verdad, que diría Sotomayor- dentro del panorama artístico español actual, pero mucho más aún lo que cabe esperar de ella, disfrutando como está del pleno desarrollo de una vocación y un talento de los que sólo podemos lamentar que tardara tanto tiempo en empezar a regalárnoslos.


Recuerden este nombre: Carmen Gorbe, y permanezcan atentos a su evolución.


Su pintura, de una serena belleza, está llamada a dejar una huella perdurable.

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