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Museo Carlista de Madrid

El general Mola y los carlistas


El general Mola pasando revista a las tropas carlistas que parten al frente, Burgos 3 de septiembre de 1936
Mola pasando revista en Burgos a las tropas carlistas que parten al frente el 3 de septiembre de 1936

“Tiene bemoles la cuestión, pero los carlistas consideran que han iniciado la cuarta guerra por la causa y estiman que yo, Emilio Mola Vidal, nacido en Cuba de padre guardia civil, soy su Tomás de Zumalacárregui. Tiene bemoles, digo, porque soy un biznieto, nieto e hijo de guiris, que, a estas alturas de la vida, a punto de llegar a la cincuentena, marcha en fraternal compañía con los descendientes de aquellos contra los que lucharon mis ancestros.; ironía del destino, bromas que amasa la vida. (…)

Mi abuelo Joaquín fue jefe de los somatenes de Cataluña, periodista del Diario de Barcelona, del que llegó a ser corresponsal en la guerra de África de 1859 y en la de Italia. Junto a Mañé y Flaquer escribió Historia del bandolerismo y de la camorra en Italia, peleo contra los carlistas en la guerra de 1846 a 1849 por tierras catalana, fue condecorado y se retiró como general de brigada, el empleo que yo mismo ostento ahora. Mi padre luchó contra los carlistas en el sitio de Bilbao, pasó luego a la Guardia Civil y marchó a Cuba, donde nací. Ahora está retirado, también es general y vive en Barcelona. Con estos antecedentes cualquiera puede preguntar qué estoy haciendo en este pesado verano del treinta y seis junto a la masa carlista, movilizada en España a mis órdenes. La respuesta es sencilla: compartimos los mismos ideales, idénticas ilusiones y, por si esto no fuera suficiente, son gente inasequible al desaliento, capaces de dar ánimos en estos momentos difíciles al más timorato. Cierto que en esta aventura fantástica en que estamos inmersos hay gentes que quieren desfilar bajo los colores de una bandera, de una religión y de un rey, mientras que otros únicamente queremos reintegrar a la patria el orden y la dignidad perdidas. Todo eso es cierto, pero no lo es menos que si de patriotismo hay que hablar, el carlismo, sus gentes, están en primera línea batiéndose con los mejores. Tiene, además, algo que es difícil de encontrar en la sociedad actual; una fe ciega en su trabajo y un entusiasmo desmedido para alcanzar las metas. La amalgama de estos factores hace que, a día de hoy, el carlismo sea una fuerza insustituible y de gran valor para los objetivos que los militares patriotas nos hemos fijado. Son menos de los que dicen y aparentan, están peor formados de lo que creen, disponen de menos armamento del necesario pero, con todo, están dispuestos a morir por la causa sin mostrar un mal gesto y, hasta donde han podido, se han mostrado generosos y confiados. Hoy es así; mañana, con la victoria, veremos qué sucede porque hay que concitar muchas voluntades para no reeditar errores funestos en la pasada historia de España. Quién me lo iba a decir, mandando tropas carlistas, yo, que soy guiri por los cuatro costados…”


(Fermin Goñi: “El hombre de la Leica”. Madrid: Espasa Calpe SA, 2005; págs 361-362)

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