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  • Museo Carlista de Madrid

El Carlista pintado por Pablo Picasso

Pablo Ruiz Picasso, el gran revolucionador de la pintura contemporánea, nació en Málaga en 1881, hijo de un profesor de dibujo de la Academia de Bellas Artes de San Telmo.

El joven Pablo empezó a coger los lápices y los pinceles a una edad muy temprana. Fue una vocación precoz. Con sólo ocho años pintó “El picador amarillo” con ayuda de su padre, acaso su primera pintura al óleo.


Pablo Picasso a los 8 años de edad, en 1889
Pablo Picasso en 1889, con ocho años de edad

Tras el cese de su padre como conservador del Museo de Bellas Artes de Málaga en 1888, la familia se trasladó a La Coruña, donde José Ruiz Blasco accedió a una plaza de profesor en la Escuela de Bellas Artes. Allí residió el niño Pablo con sus padres y sus dos hermanas desde los nueve hasta los catorce años, es decir, hasta 1895, en que la familia se trasladó a la Ciudad Condal, tras obtener el padre una cátedra en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona.

Fue en esta etapa coruñesa en la que Pablo Ruiz Picasso empezó a desarrollar su talento. Sus trabajos, de un realismo riguroso, mostraban una predilección por los personajes populares. Varios de estos dibujos los publicó en revistas autoeditadas a mano: "La Coruña", "Azul y Blanco" y "Torre de Hércules". En la ciudad gallega hizo también su primera exposición en 1895, con solo trece años, en una tienda de muebles de la calle Real.


Entre los dibujos que el niño Picasso realizó en La Coruña y publicó en la revistilla del mismo nombre, se encuentra el dibujo titulado “Un carlista”, conservado actualmente en el Museo Picasso de Barcelona y que muy pocos carlistas conocen.

El dibujo está fechado en 1894, es decir, cuando el artista tenía sólo doce o trece años. Hacía entonces escasamente dieciocho años desde la conclusión de la Tercera Guerra Carlista, de la que es posible hubiera oído hablar en el Instituto Eusebio da Guarda en el que cursaba sus estudios, al tiempo que aprendía a dibujar en la Escuela de Bellas Artes en la que trabajaba su padre.


El carlista picassiano muestra un hombre de mediana edad, con ropas de paisano, envuelto en una manta, tocado con la boina y armado con un fusil. De su cinturón parece colgar la funda de un machete, pero no hay ningún signo de uniformidad o distintivo militar alguno. Se trataría de uno de esos labriegos carlistas que actuaban en partidas, de un voluntario de “la facción”, uno de esos “Hijos del trueno” cuya historia ha dejado escrita Alfredo Comesaña en el libro que le sirvió para ganar el premio de la Fundación Larramendi.

Desconocemos los motivos que llevarían a niño Picasso a dibujar a un carlista, ni el modelo en el que se inspiró. Quizás le moviera esa afición a los tipos populares, de los que los carlistas han sido siempre acabada expresión. En todo caso se trata de un dibujo sorprendente, realizado por el que sería célebre pintor ¡cuando tenía doce o trece años!

Para ver el dibujo del carlista pintado por Picasso, abrir el siguiente enlace:


Desde sus inicios con dibujos de un impecable realismo, el pintor malagueño evolucionaría hasta desprenderse del contacto con el arte clásico y convertirse en uno de los iniciadores de lo que conocemos como arte moderno, en el que el nombre Picasso es objeto de culto.

Un arte moderno que en su día juzgué mera tomadura de pelo, hasta que un querido profesor me dio la clave para mirarlo con otros ojos: el arte de cada época no es más que un reflejo de la cosmovisión y valores del hombre de su tiempo.

Entonces entendí, trágicamente, que las deformidades, las manchas sin sentido, la trasgresión de la norma, el desconcierto, el caos, el desgarro, la provocación, y hasta el feismo del llamado arte moderno, no son más que los reflejos de la herida de la Revolución en el alma humana.  

Picasso pintó un carlista, con trazos realistas, con humanidad, con alma…cuando tenía doce años.

Aún no era un burgués comunista.

A partir de serlo, ya nunca hubiera podido pintarlo igual.

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